COLEGIO DEL MILAGRO


INSTITUCIONAL

IDEARIO

FUNDAMENTACIÓN

La identidad de la enseñanza católica que buscamos el mismo Santo Padre nos la expresa: “La escuela auténticamente católica siempre hace referenciar a Cristo. En una época como la nuestra, es urgente más que en el pasado conservar la imagen de una escuela cristiana que, dentro de la observancia siempre leal de las normas generales de la legislación escolar, asuma como punto de partida y como su meta de llegada el ideal de una educación integral (humana, moral y religiosa) según el Evangelio de Nuestro Señor. Privada de esto, le faltaría la fuente misma de la inspiración, le faltaría su eje central, le faltaría el elemento específico que la define y caracteriza entre otros centros de promoción cultural”. Formar un hombre íntegro a través de una educación integral es nuestro trabajo.

Por tanto, la escuela católica está comprometida en la promoción y formación del hombre integral y lo hace en virtud de una sana obediencia a la solicitud humanizadora y evangelizadora de la Iglesia. La escuela católica es consciente que la Iglesia es la gran maestra y guía de la educación y que todos los valroes humanos encuentran su plena realización y su unidad en Cristo, cabeza de la Iglesia. El hombre, por lo tanto, es el motor de la labor educativa. Este conocimiento manifiesta que la persona ocupa el centro del Proyecto Educativo de la Escuela Católica, refuerza su compromiso educativo y la hace idónea para formar a sus hombres.

De la naturaleza de la escuela católica deriva tambien uno de los elementos más expresivos de la originalidad de su proyecto educativo: la síntesis entre fé y cultura. En efecto, el saber, considerando en la perspectiva de fé, llega a ser sabiduría y visión de vida. El esfuerzo por conjugar la razón y la fé, si llega a ser el alma de cada una de las disciplinas, las unifica, articula y coordina, haciendo emerger en el interior del mismo el saber escolar, la visión cristiana del mundo y de la vida, de la cultura y de la historia.

Todo esto exige un ambiente caracterizado por las búsquedas de la verdad, en el que los educadores competentes, convencidos y coherentes, maestros de saber y de vida, busquen ser imagen del único Maestro. En este sentido, en el Proyecto Educativo Cristiano todas las disciplinas contribuyen, con su saber específico y propio, a la formación de personalidades maduras en las diversas facetas del hombre.

En palabras de Santo Padre aun Pablo II, se señalan tres objetivos a los Institutos Católicos:

  • “Prestar una aportación específica a la Iglesia y a la sociedad por medio del estudio a fondo de los diferentes problemas, con el afán de sacar a luz el sentido pleno del hombre regenerado en Cristo y así lograr su desarrollo integral.”

  • “Formar pedagógicamente hombres que después de realizar un sintesis personal entre fe y cultura, sean capaces de mantener a la vez su puesto en la sociedad y ser testimonios de fe.”

  • “Construir una auténtica comunidad entre profesores y estudiantes, a fin de que por este mismo hecho de testimonio visible de cristiano vivo.”




LEMA INSTITUCIONAL: “EDUCAR PARA LA PAZ”

“Bienaventurados los que trabajan por la Paz” (Lc. 5,9)



Para poner de manifiesto el desafío que se impone a toda la humanidad, frente a la dura tarea de la paz, hace falta algo más que palabras. Es necesario que penetre el verdadero espíritu de la paz. La paz que es la armonía del alma con Dios, consigo mismo y con los demás. El Papa Juan Pablo II, nos invita a pasar “… de palabras de paz… a convicciones de paz”.

  • “… llenando nuestras miradas con horizontes de paz”.
    Implica mirar y aprender a reconocer el camino discreto pero grandioso de la paz, al que nunca hay que renunciar pues nos mantiene y hace progresar en la vida, más allá de las tristes evidencias inmediatas.

  • “… con la estima por las grandes tareas de pacificadoras de hoy”.
    Con el esfuerzo para llegar a una gestión razonable y solidaria del propio ambientey del patrimonio común de la humanidad, a la erradicación de la miseria que abruma a millones de hombres, a la superación de la agresión y violencia en los diferentes estratos de la sociedad, etc.: los hombres descubrirán la llamada fascinante de la paz que es reconciliación entre sí y reconciliación con su universo natural.

  • “… con la irradicación de múltiples ejemplos de paz”.
    A través de los grandes testimonios de hombres de paz, pero sobre todo de los ejemplos cotidianos de los sencillos artífices de esta, se convierten en los individuos y hogares que, por el dominio de sus pasiones y por una aceptación y respeto mutuo, conquistan su propia paz interior y la difunden.

  • “hablando un lenguaje de paz”.
    El lenguaje de paz expresa los sentimientos del corazón y une los hombres. De una valor conquistado por el valor superior de la paz, brotan el deseo de escuchar y de comprender, el respeto al otro, la dulzura que es fuerza verdadera y la confianza. “Sabed encontrar un lenguaje vivo, un lenguaje de paz; éste abre por sí mismo un nuevo espacio a la paz”.

  • “haciendo gestos de paz”.
    La práctica de la paz arrastra a la paz. Ella enseña a los que buscan el tesoro de la paz qu esta riqueza se descubre y se ofrece a quienes realizan modetamente, día con día, todas las acciones de paz de que son capaces.



JÓVENES:


“Sed constructores de paz. Resistid a las facilidades que os adormecen en la triste mediocridad y a las violaciones estériles con que quieren utilizarlos algunas veces algunos adultos que no están en paz consigo mismos. Seguid los caminos que os marca vuestro sentido de la generosidad, de la alegría de vivir, del compartir”.”

Juan PabloII




VALORES QUE CONFORMAN EL IDEARIO



  • Educar en la Responsabilidad:
    La responsabilidad es un signo de la dignidad humana: sólo la persona libre es responsable por lo que tiene el poder de conducir su vida haci su fin ante las múltiples posibilidades de actuar.
    Significa asumir con compromiso nuestro actos (intencionados o no), obedeciendo a la propia conciencia rectamente formada, a las autoridades legítimas (escolares, eclesiásticas, etc), y a Dios. Significa la conciencia que los propios actos influyen perjudicando o beneficiando a los demás.

  • Educar en el Respeto:
    Significa reconocer que cada persona tiene el derecho de ser tratada y querida por lo que es. Reconocer, sobre todo, la dignidad que le da al ser persona el ser hijo de Dios.

  • Educar en la sinceridad
    La sinceridad es una virtud cristiana por excelencia porque está relacionada íntimamente con la verdad. El hombre sincero manifiesta a quien le es debido lo que piensa, hace ,ve, siente, etc., sabiendo que al estar fuera de la verdad se engaña a si mismo, a los demás y cree que engaña a Dios.

  • Educar en la Humanidad:
    Consiste esencialmente en la conciencia del puesto que ocupa frente a Dios y frente a los hombres y en la sabia moderación de nuestros deseos de gloria. Nada tiene que ver con la timidez, la pusilanimidad o la mediocridad. La humildad no nos prohibe tener conciencia de los talentos recibidos, ni disfrutarlos plenamente con corazón recto, solamente nos prohibe el desorden de jactarnos de ellos y presumir de nosotros mismo. La humildad descubre que todo lo bueno que existe en nosotros, tanto en el orden de la naturalza como en el orden de la gracia, pertenece a Dios.

  • Educar en la Obediencia:
    Significa aceptar y asumir como propias las decisiones de quienes ejercen la autoridad, actuando con gran entrega para interpretar fielmente la voluntad de quienes son responsables de la formación educativa.

  • Educar en el Orden:
    Significa actuar en forma organizada para alcanzar los objetivos deseados o previstos. Especialmente se deben administrar los tiempos, cuidar la presencia personal, el comportamiento adecuado para cada ocasión, etc.

  • Educar en la Paciencia:
    Significa dar un valor a los contratiempos y dificultades que se presentan en la búsqueda de nuestros objetivos sobrellevándolos con un espíritu positivo.

  • Educar en la Comprensión y Generosidad:
    Es la virtud de las almas grandes, que encuentran la mejor retribución en el haber dado. Significa buscar lo mejor para el otro desinteresadamente y con alegría.

  • Educar en la Amistad y Lealtad:
    Significa saber despertar en los demás una afinidad espiritual que lo lleva a interesarse por la persona y su crecimiento en el bien. Implica respetar la palabra dada, ser sincero y leal a los compañeros e institución.

  • Educar en el trabajo y laboriosidad:
    Significa cumplir diligentemente las diferentes actividades para alcanzar progresivamente su propia madurez, tanto en el trabajo como en el cumplimiento de los demás deberes. Cumplimiento sobre todo con sus deberes con Dios, con la patria, con los demás y consigo mismo.

  • Educar en el Patriotismo:
    Significa respetar, valorar y amar las insignias patrias, así como la propia tierra. Significa la busqueda del bien común para lograr una Nación cada día más justa donde reine la paz, donde se valore y promueva las riquezas culturales, históricas, las rectas costumbres, etc.

  • Educar en la Prudencia:
    Esta virtud implica tres actos: deliberar, juzgar con criterios rectos y ordenar. Puede llamarse prudente el que, después de recabar los consejos oportunos, sabe valorar las diferentes circunstancias y prever las consecuencias de una determinada acción.

  • Educar en la Justicia:
    Significa esforzarse continuamente para dar a los demás lo que les corresponde garantizando así el respeto mutuo. Implica el cumplimiento de los deberes y respeto de los derechos en todos los ámbitos en que actúa, además del testimonio que arrastra a los demás a imitarle.

  • Educar en la Piedad:
    El cultivo de la verdadera piedad nos mueve a tener hacia Dios un afecto y trato filial y a considerar a los demás como hermanos por ser hijos del mismo Padre Celestial (Suma Teológica, 2-2, q.121). Nos enseña también la necesidad de dedicar algunos ratos de modo especial a Dios, a elevar nuestro espíritu al cielo.



PADRES Y EDUCADORES:


“Ayudad a los niños y jóvenes a hacer la experiencia de la paz en las mil acciones diarias que están a su alcance, en la familia, en la escuela, en el juego, en el trabajo en equipo, la comptición deportiva, etc.
La paz es obra nuestra, exige nuestra acción decidida y solidaria. Pero es inseparablemente y por encima de todo un don de Dios, exige nuestra oración. Los cristianos deben estar en primera fila entre aquellos que oran diariamente por la paz, deben además educar para orar en paz.”

Juan PabloII